Trabajas muy duro, sin descanso, con toda tu pasión, por alcanzar un sueño. Pero no pasa nada. Todas las puertas se cierran. Parece que el mundo conspira en tu contra. Te sientes triste, decepcionado, desilusionado. Pero no te detienes. Confías en que lo lograrás y sigues con más empeño. Y nada. Pasas de la tristeza al enojo. Estás furioso y se te agotan las fuerzas. Tienes muchas ganas de llorar.
¿Cómo aprender a sobrellevar la frustración? Para mí, la mejor manera es aprender de los que ya están curtidos y saben vivir con ella al lado: los emprendedores.
Una de las historias que me gustan sobre frustración nos la contó en Bar Emprende Jair Millán, emprendedor oaxaqueño fundador de Casa Verde, una empresa que fabrica muebles de diseño a base de maderas certificadas y un manejo sustentable.
Jair tenía apenas 24 años, pero su empresa había crecido rápido. Con 35 empleados, muchos clientes y muchos pedidos, hacía malabares para salir adelante. Salía de la oficina a las 3 de la mañana agotado y con mucha incertidumbre.
“Te tiemblan las piernas. El estómago te empieza a doler de pensar: ¿Me va a alcanzar? ¿El día de mañana voy a tener para pagarle a mi gente? Te estresas”, cuenta.
Todo explotó un día en que un grupo de trabajadores se pusieron en su contra por algunos malentendidos. “Me fui frustrado y molesto porque mi gente no podía entender lo que yo estaba pasando junto al cliente. Sentí cómo la mitad de la cara se me empezaba a paralizar”, recuerda.
Fue una llamada de atención para Jair. Se dio cuenta que su vida transcurría entre clientes que no pagaban, proveedores que no entregaban a tiempo y empleados que le ponían el pie.
Frenó en seco. Se replanteó por completo su negocio y su futuro. Tuvo que dejar ir muchos proyectos, correr gente y cambiar el ritmo. A partir de ahí, hizo equipo solo con familiares y amigos cercanos. Bajó la velocidad de crecimiento de su empresa y empezó de nuevo.
El tiempo pasó y, gracias a la calidad de sus diseños y de sus maderas, un buen día, Ikea, el monstruo global de muebles, tocó la puerta de Casa Verde. “Queremos que fabriques muebles para nosotros, pero necesitamos que produzcas 5 veces más de lo que hoy haces.”
La disyuntiva era crecer muy rápido, pero a costa de desaparecer su marca, que tanto trabajo le había costado construir y posicionar. Pero a los 24 años ya había aprendido la lección. Así que decidió rechazar la oferta y crecer paso a paso.
Hoy, a partir de Casa Verde, Jair creó otras líneas de negocio: una proveedora de ferreterías, una empresa inmobiliaria, así como otra de diseño de muebles e interiores para departamentos, restaurantes, hoteles y oficinas.
“La frustración es una flecha direccional importante: te muestra a dónde ir para avanzar y de qué alejarte”, dice la escritora y consultora en educación Julie Connor. Y Jair lo aprendió muy bien: “Puedo decirte que los momentos difíciles, la parte complicada de la vida, es lo que te hace ver con claridad.” Conoce más de Jair Millán y su Casa Verde aquí.
Columna escrita por Genaro Mejía. Periodista de negocios con más de 20 años de experiencia y LinkedIn Top Voices 2019. Fundador de Bar Emprende. Síguelo en @genarorastignac
Nota del Editor: Las opiniones expresadas en esta publicación son responsabilidad exclusiva del autor y no reflejan necesariamente la visión de Wortev.
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