Alguna vez, un hombre que estaba perdido en el bosque utilizó un tronco de árbol para construir un puente y cruzar un río salvaje que estaba en medio del camino que lo sacaría de ahí. Tanto le ayudó el tronco que decidió llevarlo consigo por si volvía a necesitarlo. Sin embargo, éste pesaba demasiado y lejos de servirle en el trayecto, lo agotó y entorpeció su jornada.
Esta historia es una analogía perfecta para describir cómo funcionan nuestras creencias. Hay que ser muy conscientes de que, muchas veces, aquello que fungió como un recurso para sacarnos adelante en una situación, puede convertirse en nuestro mayor grillete en otra circunstancia.
Las creencias son todas esas ideas que vamos recopilando, consiente o inconscientemente, desde temprana edad y que hemos asumido como verdades a lo largo de nuestra vida. Nos sirven para tener un antecedente “lógico” en la toma de decisiones, para regular nuestras acciones y, especialmente, para darle sentido a lo que vivimos. Sin embargo, nuestras creencias pueden ser un arma de doble filo y es básico que siempre tengamos una apertura para dudar de ellas, confrontarlas y si es necesario resignificarlas o, incluso, depurarlas de nuestro “mindset”.
El proceso de emprendimiento puede ser como ese bosque en el que a veces nos sentimos perdidos y, a su vez, nuestras creencias pueden ser ese tronco que nos sirve de puente o que entorpece el camino.
Muchas veces afirmamos algo sólo porque así me lo dijo alguien a quien yo admiraba mucho, porque así lo aprendí o porque a alguien más le funcionó así, pero realmente no nos hemos dado a la tarea de respaldarlo con hechos claros y objetivos.
Tal vez nuestras creencias tuvieron validez en una situación determinada, pero recuerda que las cosas cambian y que cada situación es única e irrepetible, así como las personas involucradas. La lógica de una circunstancia puede ser totalmente incongruente en otra.
Es posible que tengamos evidencias para sustentar una creencia, incluso que sea congruente con la realidad, pero, aun así, es importante evaluar la funcionalidad de nuestras creencias. Es decir, ¿están jugando a tu favor o en tu contra?
La rigidez en nuestras creencias se ve reflejada en nuestra personalidad y una creencia puede estar cerrándonos posibilidades de creatividad y mejora. A veces nos remitimos a cambiar nuestras acciones, pero esto no será suficiente, pues tarde o temprano regresaremos a los mismos resultados. Lo importante es cambiar las creencias que anteceden nuestras acciones para lograr una verdadera transformación y resultados perdurables en el tiempo.
Columna escrita por Marcela Hernández, socia fundadora de Sensum, especialista en estrategias de sentido.
Nota del Editor: Las opiniones expresadas en esta publicación son responsabilidad exclusiva del autor y no reflejan necesariamente la visión de WORTEV
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